En el ámbito del entrenamiento deportivo, se pueden
utilizar las superficies inestables (fitball, bosu, etc….) con diversas
finalidades. Su principal uso se da en desarrollar la propiocepción y el
equilibrio. Es una herramienta imprescindible en la rehabilitación de lesiones,
por ejemplo en un esguinces de tobillo, situación en la que médicos y
fisioterapeutas recomiendan pisar con el tobillo en diferentes posturas sobre
un bosu, o caminar sobre campos labrados, para fortalecer el tobillo y mejorar
su propiocepción, ya que el tobillo se queda “tonto” tras un esguince, y el
organismo necesita volver a sentir esa articulación. Las superficies inestables
mejoran la eficacia sensorial a nivel articular, tanto del tiempo de reacción
muscular, como en la activación de la musculatura agonista-antagonista,
produciendo una mejora en la protección del complejo articular.
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